Para el presente ensayo usaremos como herramienta para el análisis una cita del politólogo francés Bernard Manin. Dicha cita se encuentra en el libro Los Principios del Gobierno Representativo, una obra en el campo de la teoría política que revisa la democracia representativa y sus fundamentos; pasando por los orígenes históricos, elecciones y representación, concepto de ciudadanía, críticas y los desafíos que este concepto, de gobierno representativa, lleva contemporáneamente.
“El análisis de las prácticas y de las disposiciones institucionales concretas sobre las que se basa el gobierno representativo muestra por lo tanto que, contrariamente a lo que afirman el sentido común y la ideología democrática, la democracia representativa no constituye la forma indirecta o mediatizada del gobierno por el pueblo.”
(MANIN, 1988)
Esta cita como objeto de estudio y los fundamentos teóricos nos ayudarán a expresar nuestro punto de vista: acordar o disentir con la afirmación y responder si ¿Podemos considerar la democracia y el gobierno representativo como conceptos equivalentes?
Primero debemos plantearnos qué entendemos por democracia y qué entendemos por representatividad. Robert Dahl ha dedicado varios libros a explicar la democracia desde su génesis en la antigua Grecia hasta nuestros días y sin embargo es complejo hacer una definición simple de Democracia. Según el diccionario de la lengua española (RAE, 2022), democracia es un:
Sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce directamente o por medio de representantes.
(RAE, 2022)
Complementándola con la que propone (DAHL, 1976, pág.13) donde nos indica que “una democracia es un sistema político en el cual la oportunidad de participar en las decisiones es ampliamente compartida por todos los ciudadanos adultos.” Y como todo sistema abierto es perfectible en el tiempo logrando cambios que evolucionen para bien, o no, de la sociedad que es gobernada bajo este sistema de gestión.
Sin embargo, también Dahl propone que hoy día más que una democracia, como modelo basado en elecciones “libres”, lo que se idealiza y se percibe como democracia es más una poliarquía. Definiéndola como: “un régimen político que se distingue, en el plano más general, por dos amplias características: la ciudadanía es extendida a una proporción comparativamente alta de adultos, y entre los derechos de la ciudadanía se incluye el de oponerse a los altos funcionarios del gobierno y hacerlos abandonar sus cargos mediante el voto” (DAHL, 1991, pág. 266). Este concepto sugiere lo que se entiende y acepta ampliamente dentro de nuestra sociedad occidental como democracia. Concepto que simplifica la definición de democracia al sistema electoral y al voto para elegir representantes, y en la mayoría de los casos a través de partidos políticos y no de forma directa, uninominal o independiente. La democracia, entendida de esta manera, es el voto en una elección para formar un gobierno que nos represente y con la esperanza que cumplan con sus compromisos y en las siguientes elecciones favorecerles, castigarles (a los partidos) o simplemente ignorarles.
Entonces, en el mundo occidental nuestra participación como personas se limita al voto en una elección libre y sin coacciones. La representatividad se manifiesta cuando unos (las personas, los votantes) le delegan a los otros (partidos políticos o personas independientes, los elegidos) la autoridad y poder para ejercer en su nombre un accionar en las instituciones para las cuales fueron designados por mandato de estos fieles seguidores.
Definir a la democracia simplemente por su cualidad de que permita al ciudadano expresar su preferencia a través del voto, no necesariamente puede ser relativo a sistemas democráticos. Contemporáneamente regímenes más cercanos al totalitarismo o dictaduras blandas, alejados del ideal democrático, esconden sus formas con el sistema de votación. No es solo la acción del voto lo que define a una democracia, es también la de lograr entre todos los elementos que hacen vida en la sociedad una convivencia pacífica.
Para Manin existen dos tipos de democracias: la democracia de partido, donde una persona fiel a una causa delega su confianza en un partido y este le representa. Y por otro lado tenemos la democracia de lo público, una evolución del sistema de partido. En este caso es el partido que debe convencer, ajustar, negociar con su base las acciones a convenir para lograr el favor de su voto y representarle ante las instituciones de gobierno. En todo caso la representatividad del individuo es manifiesta en ambos casos.
La idea sobre la democracia directa se diluye mientras la representación toma mayor cabida en la sociedad, por lo que se puede intuir que no existe una verdadera y real democracia directa. Los críticos a la democracia así lo manifiestan según Dahl cuando nos indican que las instituciones de la democracia representativa se han alejado tanto al gobierno del contacto directo con las personas, que sería razonable preguntarse si el nuevo sistema tiene derecho a adoptar el venerable nombre de democracia (DAHL, 1991, pág. 42).
En la actualidad el filósofo Daniel Innerarity nos habla del auto gobierno y que en este sistema las que se consideran de derechas o conservadores, de izquierdas o progresistas y a pesar de sus diferencias, todos ellos pueden coincidir que una sociedad madura es la que logra el auto gobierno, la auto gestión (INNERARITY, 2018). Lograr la auto gestión es directamente proporcional a la participación ciudadana en las actividades dentro de las instituciones de gobierno. Por tanto, con menor representatividad por medio de elecciones y una mayor participación proactiva y directa se podría llegar al auto gobierno. Pero me pregunto, cómo lograrlo sin representatividad y que todas las personas puedan de una u otra manera participar directamente en las decisiones clave de la comunidad.
A pesar de todo esto, un gobierno representativo está muy alejado de ser una democracia ideal, participativa y directa. Empero, esto no debe entenderse como si fuese bueno o malo, correcto o incorrecto. Dependerá mucho del contexto, de las coyunturas en la que la sociedad se encuentre en el momento de un evento que pueda ser un punto de inflexión en su historia. Como nos indica Andrés Stambouli cuando ante una crisis de gobernabilidad en Venezuela en el año 1992 el gobierno representativo de aquel momento logró preservar el correcto funcionamiento de las instituciones y no desviarse ante cualquier intento no constitucional de toma del poder. Esto gracias a la acción colectiva de la sociedad civil del país; que hicieron causa a común para en base a los valores y de aspiraciones comunes, hacer frente a las adversidades a que se enfrentaban [STAMBOULI, 2002, pág. 193].
Para lograr una verdadera democracia que nos permita un autogobierno es esencial la autonomía, comprendido como «La idea de que somos libres cuando estamos sujetos solo a las leyes que elegiríamos.» (PRZEWORSKI, 2008). Sin embargo, cómo se puede llegar a tal grado de libertad sin pasar por el caos, o peor aún, permanecer en el. Quizás en sociedades pequeñas sea posible, pero en grandes naciones es quizás una quimera o utopía. Cómo lograr un equilibrio en países polarizados con extremos que divergen radicalmente en sus puntos de vista. Como nos indica (CROZIER y FRIEDBERG , 1977) “Si la acción colectiva constituye un problema tan decisivo para nuestras sociedades, es ante todo y en primer lugar porque ella no es un fenómeno natural.” La acción colectiva no es un evento de causa natural, no sucederá nada por sí mismo y de manera espontánea, debe ser una acción que requerirá esfuerzo, organización, planificación, disciplina, negociación y entendimiento entre todas las partes que conforman la sociedad. Entendiendo entonces a la democracia como la mera elección de representantes (concepto que se ajustaría más a nuestra realidad contemporánea) sí podríamos afirmar que tiene su equivalencia con lo que se entiende por un gobierno representativo.
Referencias bibliográficas
- MANIN, Bernard. (1988). Los principios del gobierno representativo. Alianza. ISBN: 8420629049, 9788420629049
- RAE. (2022). Real Academia Española, Diccionario de la lengua española. Actualización 2022.
- Hipervínculo: https://dle.rae.es/democracia
- DAHL. Robert (1976). Análisis Político Moderno. Barcelona: Editorial Fontanella, 1976. ISBN 84-244-0395-9.
- DAHL, Robert A. (1991). La democracia y sus críticos. Buenos Aires: Paidós, 1991. ISBN 950-12-5408-9, 0-300-04409-7.
- INNERARITY, Daniel. (2018). Democracia como autogobierno: algunas perspectivas teóricas. Conferència pronunciada el 31/1/2018 l’Escola d’Administració Pública de Catalunya.
- STAMBOULI, Andrés. (2002). La política extraviada, una historia de Medina a Chávez. Caracas: Fundación para la cultura urbana, 2002. ISBN: 980-07-8496-9.
- PRZEWORSKI, A. (2008). “Self-government in our times”, Max Weber Lecture, No. 2008/07.
- CROZIER, Michel de. FRIEDBERG, Erhard. (1977). L´Acteur et le Systeme. Paris: Editions du Seuil, 1977. Traducción y condensación de Antonio Cova Maduro, revisión de Ana Barreto.
Item Type: Journal Article
Author: Manuel A. Hernández-Giuliani
Publication: UOC
Volume: 20231 M7.102
Issue: 1
Date: 11-2023
Series: Maestría Análisis Político – UOC
Series Title: La democreacia: teoría y análisis
Language: es
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